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Dos Periquitos |
Mi relación con la poesía ha sido de una constante discordia,
por decirlo de alguna manera. Es una de esas situaciones que te tienen en una
especie de conflicto interno (pero de esos que parece que no te llevan a ningún
lado).
Por una parte, siempre he admirado la capacidad de expresar de un poeta. Sí, me desespera cuando alguien dice que “no hay palabras para blah blah blah,” porque la verdad es que creo que sí las hay, solo que no todos las sabemos. En el peor de los casos, si no hay palabras específicas para expresar algo, creo que por lo menos nos podemos acercar bastante con alguna analogía o metáfora.
Por una parte, siempre he admirado la capacidad de expresar de un poeta. Sí, me desespera cuando alguien dice que “no hay palabras para blah blah blah,” porque la verdad es que creo que sí las hay, solo que no todos las sabemos. En el peor de los casos, si no hay palabras específicas para expresar algo, creo que por lo menos nos podemos acercar bastante con alguna analogía o metáfora.
Por otro lado, creo que lo que me llega a disgustar es
cuando encuentro algunos intentos de poesía sumamente presuntuosos o artificiales,
cuando creo que él escrito cumple una función de enaltecimiento propio del
autor y no una expresión artística genuina. Pero pensando un poco más al
respecto, no sé si esto sea más bien un reflejo de mi persona y no del
poema/poeta en sí. Tal vez un poco de las dos. Tal vez todo escrito es en
realidad un esfuerzo egoísta de glorificación personal. Sin embargo, no puedo
dejar de reconocer que me apasionan las letras y que me emociona cuando lo escrito
me conmueve.
En esta ocasión quiero comentar Dos Cuerpos de Octavio Paz. Una de las razones por cuales escogí este
poema es precisamente la humildad de su contexto y su simplicidad. Esto de
ninguna manera significa que el poema no tenga una textura rica y diferentes
niveles de apreciación, porque Paz no deja de mostrar una enorme sensibilidad
por las imágenes, emoción profunda y un ritmo sumamente digerible. Aquí el
escrito:
Dos Cuerpos
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
son a veces navajas
y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
- Octavio Paz
El tema, evidentemente carnal, es también romántico y
surrealista, aunque en la longitud del escrito jamás se mencione al amor. No
hay romance de una forma explícita o una alusión clara a motivos amorosos tradicionales,
como colores tibios, imágenes suaves, flores o recuerdos pasionales. El poeta
toma otra dirección.
La imagen de Dos
cuerpos frente a frente presenta inmediatamente un contexto de intimidad,
pero luego el poeta los lleva a proporciones metafóricas y los compara con las olas
del océano. Encuentro admirable el erotismo implícito en ésta comparación que le
da a los cuerpos una dinámica, ritmo, como un vaivén constante de amantes
cobijados por el océano como la noche.
En la segunda estrofa, la relación entre estos dos cuerpos
cambia dramáticamente ya que van de esa imagen fluida y dinámica a dos piezas
estériles e inmóviles, ahora como dos
piedras mientras que el desierto hace las veces de la noche. La relación es
clara, desde que estas imágenes evocan una relación real en el sentido de que
no todo es miel y romance ni tampoco lo opuesto.
Después los cuerpos se vuelven a encontrar,
presumiblemente bajo condiciones más favorables, al ser comparados a las raíces que están en la noche enlazadas. Lo que hace aquí Paz es seguir en esa línea sutil,
intima (y decididamente erótica), con un juego de palabras que presentan otra
imagen de intimidad profunda.
Entonces Paz comienza a cerrar de una manera incisiva
el poema comparando a estos dos cuerpos que ya fueron olas, piedras y raíces,
con dos navajas. Tal vez no sea la manera más confortante de imaginar dos
cuerpos. La imagen de dos navajas no es muy romántica en sí. Luego, la noche
como relámpago haciendo alusión a una furia e inclemencia pueden dejar al
lector algo sacudido y consternado. Pero es así como el autor refleja su
versión de lo que pudiera ser una realidad y al mismo tiempo crear un balance.
Las relaciones tienen todos estos matices (y más aún)
y en cualquier momento se puede ser como las olas, o como las navajas: hay
caricias que parecieran interminables, y hay momentos de indiferencia y los hay
en que la misma presencia de otra persona lástima, como las navajas y hay una intimidad
intensa como cuando dos cuerpos son como las raíces entrelazadas.
Paz hace también una especie de ejercicio de
comparación naturista en el que elementos primarios como lo son el agua (mar),
el mineral (Piedras), la madera (raíces) y el metal (navajas) son los dos
cuerpos en diferentes etapas. Pudiéramos alegar que los cuerpos son lo anterior en
todo momento, y tal vez ahí es a donde va Paz con el último párrafo, en donde
eleva al poema más allá de lo terrenal y tal vez lo cognitivo, como puede ser la
vida misma o el concepto de lo que es vivir. La vida es tan frágil y las
metáforas tan eternas.
dos cuerpos
frente a frente/ son dos astros que caen/ en un cielo vacío/
En este
final no duda el poeta de su conclusión. No es a veces como en los párrafos anteriores. No es un acto aislado o
circunstancial: dos cuerpos indudablemente son esos astros que caen en el cielo vacio casi como por accidente y
vulnerables ante la infinidad. Y sucede esto de una manera tan irremediable que
la situación de tan sublime se vuelve algo universal y natural: nos envuelve, y
tal vez todos caemos eternamente en el vacío.
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